Decenas de miles de personas salieron el miércoles 28 de abril a las calles de varias ciudades de Colombia para pedir al Congreso que no aprobara la reforma tributaria del gobierno y se centre en el salario mínimo, en una jornada empañada por la violencia en Bogotá y Cali, donde la primera persona murió durante las manifestaciones.
Con el «No a la reforma tributaria» impregnado en cánticos, pancartas, camisetas y afiches, los colombianos se movilizaron en las principales ciudades alegando que la reforma que impulsaba el gobierno del presidente Iván Duque es «hambre y miseria para el pueblo».
La subida de impuestos a productos básicos de la canasta familiar o el progresivo aumento del impuesto a la renta a quienes ingresan 2.4 millones de pesos mensuales (unos 660 dólares) puede afectar a estas poblaciones, que han sido las más golpeadas económicamente por la pandemia.
El gobierno alegaba que necesitaba cerrar el hueco que ha creado la pandemia en las arcas del Estado, y con la reforma tributaria esperaba recaudar 25 billones de pesos (unos seis mil 850 millones de dólares).
En otros aspectos, la brutalidad policiaca contra los manifestantes, y denunciada en redes sociales, fue uno de los aspectos que llamó la atención de la prensa a lo largo del continente.
A casi una semana de haber iniciado las protestas, se prevé que 800 personas han sufrido daños graves mientras que 18 han perdido la vida. Algunos niños y adultos mayores también fueron agredidos con gas.